OBSERVANDO A LOS JAPONESES

LA RIGUROSIDAD nipona es famosa.  Se sabe que en las empresas japonesas hay mucho rigor y hasta me animo a decir que algo de autoritarismo, al menos desde mi visión y parámetros  occidentales.  Tokio es una ciudad donde se vive mucho estrés en soledad. Esto repercute y se ve en altos índices de suicidios o en el síndrome de celibato sexual. 

 

LA PULCRITUD es fabulosa, qué placer caminar por una ciudad tan densamente poblada y que sea tan pero tan limpia, de una asepsia absoluta.  Lo llamativo es que no hay tachos de basura (a raíz de un atentado con gas sarín que dejaron en un tacho de éstos).

La pulcritud es tal que es tradición sacarse los zapatos al ingresar a las casas, estos se dejan en el palier así los microbios y bacterias no invaden el hogar, ni el tatami.  En el departamento donde nosotros nos alojamos, con este tema fueron muy estrictos y nos aclararon que era algo que no se negociaba, así como tampoco fumar dentro de la casa.

Los baños públicos son una verdadera maravilla, las tablas siempre limpias, algunos inodoros modernos tienen música, están entibiados, luego de ser usados se autolimpian y expulsan ricas fragancias, por supuesto, que ultra super tecnológicos.

EL SILENCIO se escucha, desde niños, los japoneses son educados para obedecer y nos ser muy expresivos con sus sentimientos, por eso, uno puede sentarse en un bar y sentir que alrededor la gente habla poco, o lo hace a muy bajo volumen.  Además no suelen besarse en público, no suelen ir de la mano y son muy solitarios.

EL RESPETO por sobre todas las cosas.   Es un placer llegar a Japón y sentirse tan bien tratado, todos son muy amables, educados, correctos y respetuosos.  Hemos vivido infinidad de situaciones, de las más variadas y siempre el común denominador fue claro: el japonés es tan amable que te abruma.  Son tan serviciales que a veces parece ser demasiado para uno que no se cree merecedor de tanta cortesía.  Su querer ayudar siempre cuando uno está desorientado, sus incansables sonrisas, son muestras de esto que notamos.  En cada esquina tuvimos esa experiencia que adoramos.

Un día vimos un programa de televisión donde le enseñaban a los televidentes varios buenos modales, ellos creen (y lo bien que hacen) que demostrar educación y respeto es tener un gran nivel de grandeza y que eso enaltece el alma. Qué maravilla, y así iba por Tokio yo a pura reverencia.

LA SOLEDAD nipona es elocuente.  Es una sociedad que tiene una tendencia preocupante: por lo general son fóbicos sociales (los sociólogos y antropólogos se hacen un festival observando a esta comunidad).  No soportan las presiones sociales (que son muchas), tanto del sistema educativo y mucho menos, del laboral.  Se enclaustran mucho en sus diminutas casas, haciendo culto a los juegos en red, al video juego, al animé y al sexo virtual.  Son muy ermitaños.

SIN PAREJAS, es llamativo que gran parte de la sociedad tokiota no tenga interés real en tener pareja.  El número de mujeres solteras crece y a muchas de ellas no les interesa ser madres ni tener relaciones sexuales, prefieren amarse a sí mismas, consumir moda obsesivamente o desvivirse por la estética (ver nota).  No es que juzgue la decisión de prescindir de la maternidad, todo lo contrario, pero es curioso.  Con este panorama no es sorpresa que la tasa de natalidad sea decreciente y una de las más bajas del mundo.  La sociedad envejece y encima son longevos (ver nota) y no se renuevan las generaciones como quisieran.

FUMADORES RESTRINGIDOS, otra de las tantas cosas que nos llamó la atención es cómo se respetan las normas.  Una de ellas es la prohibición de fumar, pero lo llamativo es que esté prohibido hacerlo en la vía pública, al aire libre.  Por eso, en las calles de Tokio hay sectores para fumadores.

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Las áreas permitidas para fumar. ©Freepik

Solo se puede pitar tranquilo en los lugares permitidos, a veces estos lugares son como unas peceras sin techo en la calle, es un lugar vidriado lleno de fumadores y humo.   Estas zonas habilitadas están por todos lados.  Si sos un fumador compulsivo no te desesperes, pero hacelo en las zonas permitidas porque los inspectores supervisan que se cumpla la ley y la regulación dice que sino, deberás pagar una suculenta multa que te costará muchos cigarillos.

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Realmente no se puede fumar en la calle.

 

 

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